El juicio by Robert Whitlow

autor:Robert Whitlow
La lengua: spa
Format: epub
Tags: ebook, book
editor: Grupo Nelson
publicado: 2011-04-09T00:00:00+00:00

A las 10:25 llegó un agente para sacarlo de su celda.

Cal gritó:

—¡Te llevan a la silla, muchacho! ¡Ha llegado tu día de morir!

—Cállate, Cal —dijo el agente—. Es lunes en la mañana. Y va a la iglesia.

—¡Muchacho, no le creas! Van a raparte la cabeza, te atarán y te convertirán en jugo —la voz de Cal fue disminuyendo a medida que se acercaban a la puerta del bloque de aislamiento.

—¿Cómo lo soportas? —preguntó el agente mientras caminaba por el vestíbulo hasta la cancha de baloncesto.

Pete se encogió de hombros.

—La mayoría del tiempo me desconecto, pero a veces me recuerda a un instructor militar que tuve en Parris Island.

El guardia abrió la puerta hacia el área de la asamblea e hizo entrar a Pete. El señor Gallegly se acercó y estrechó la mano de Pete.

—El sheriff dijo que podía seguir viniendo a estas reuniones, y estuvo de acuerdo en permitirme pasar algún tiempo con usted a solas.

—Gracias —dijo Pete—. Toda oportunidad para salir de mi celda durante unos minutos vale más de lo que usted cree.

El predicador del día era un alto y joven afroamericano llamado Francis Young, que había estado seis años como misionero en Togo, pequeño país de habla francesa en el oeste de África. En Togo, Francis vio un ejemplo de cristianismo parecido a los acontecimientos que se relataban en el libro de Hechos, y eso cambió su vida. Él era un orador popular entre los hombres en la cárcel, muchos de los cuales nunca habían oído predicar a un afroamericano.

Abriendo su Biblia, se dirigió al libro de Hebreos. «En Hebreos 7.25 dice que Jesús “puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Perpetuamente es una palabra anticuada que significa “completamente”, y el versículo está diciendo que Jesús puede salvarles completamente y totalmente».

Francis cerró la Biblia y miró directamente a los hombres que estaban delante de él.

—Pero el enemigo de sus almas tiene algo de que presumir esta mañana. Está presumiendo de algunos de ustedes que están en esta sala. ¿De qué presume? ¿Qué afirma? No presume que Jesús no pueda salvarles, pues sabe que Jesús salva. Afirma que la sangre de Jesús no puede limpiarles de pecado, pues sabe que sí puede. ¿Cuál es su mentira?

—Que no se puede vivir —dijo una voz.

—Que no funcionará para ti —añadió otra.

—Correcto. El diablo le está diciendo al Hijo de Dios: «Puedes salvarlos, pero no puedes cambiarlos. Puedes mantenerlos fuera del infierno; puedes llevarlos al cielo, pero no puedes hacerlos aptos para vivir como cristianos en la tierra».

Elevando su voz, el predicador preguntó:

—¿Demuestra el testimonio de su vida el caso del diablo? ¿Podría llamarles al banquillo de los testigos para demostrar que Jesús no puede cambiar a una persona de dentro hacia fuera? Eso no es lo que Dios quiere para sus vidas. En Hebreos dice que Jesús puede también salvar perpetuamente a los que se acercan a Dios por medio de Él. El poder de Jesucristo en su vida puede librarles de todo mal pensamiento, palabra y acto.

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